Las NDC en América Latina ¿dónde estamos parados?
Las NDC en América Latina ¿dónde estamos parados?
Este blog es la primera parte del artículo escrito por Yanina Paula Nemirovsky: Como la sociedad civil puede particpar en la implementación de las metas climáticas globales y porqué debe hacerlo. En esta primer parte la autora analiza la situación de las metas climáticas establecidas por los gobiernos de América Latina y argumenta lo lejos que estamos de poder detener al cambio climático sino existe un compromiso mayor.
América Latina atraviesa un 2019 convulsionado. Y la cuestión climática no escapa a esta realidad. En el 2020, los países firmantes del Acuerdo de París deberán revisar sus compromisos de mitigación y adaptación a los efectos negativos del cambio climático y aumentar la ambición de sus metas. Esto se debe a que las metas reunidas en el conjunto de las Contribuciones Nacionalmente Determinadas (NDC por sus siglas en inglés) están muy lejos de alinearse a la meta del Acuerdo de París de limitar el calentamiento global a 2 grados centígrados. Y las metas de América Latina también están por debajo de sus necesidades.
La región no está exenta de contradicciones. Por un lado, todavía se implementan políticas que entran en conflicto con las metas climáticas establecidas, en especial en lo relacionado con la energía y la explotación de recursos naturales. Pero, por otro, muchos países han avanzado, en especial en cuestiones legislativas y en el desarrollo de prácticas innovadoras en el diseño de sus NDC, que en muchos casos tuvieron activa participación de la sociedad civil. La región enfrenta serios retos; no obstante, la crisis climática es una oportunidad para impulsar las transformaciones socioambientales necesarias para encarar una transición hacia un nuevo modelo de desarrollo sostenible e inclusivo, que es la base del reclamo social masivo que se registra en varios países latinoamericanos. Por esto, la participación de la sociedad civil es indispensable para lograrlo.
Las raíces de la crisis
La comunidad científica está alineada detrás de un acuerdo fundamental: la crisis climática es causada por la actividad humana y el umbral de tiempo para evitar efectos catastróficos e irreversibles es de 11 años. Según el Informe sobre la Brecha de Emisiones 2018 de ONU Medio Ambiente, de no reducirse drásticamente el ritmo actual de generación de emisiones, el mundo enfrentará un aumento de la temperatura de 3 grados centígrados hacia el final del 2100. Y eso tendría consecuencias que amenazarían la supervivencia de muchas especies en la Tierra, incluyendo la humana y la civilización tal como la conocemos. Para evitar estas consecuencias, el Acuerdo de París plantea el objetivo de impedir que la temperatura ascienda a 2 grados centígrados y hacer todos los esfuerzos posibles para limitarla a 1,5. En este contexto es que los países firmantes han elaborado sus metas climáticas, reflejadas en sus Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional, o NDC, por sus siglas en inglés.
La consigna de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático (CMNUCC) es aumentar la ambición de los compromisos. La Convención urge a los países a establecer metas más ambiciosas que estén alineadas con el objetivo global del Acuerdo. La gran mayoría de los países tendrán que presentar sus NDC revisadas al 2020 y el Acuerdo estipula que las nuevas metas deben ser mayores que las presentadas inicialmente. En este sentido, América Latina se encuentra en una encrucijada: tiene la necesidad de reducir sus emisiones y su vulnerabilidad, ha realizado avances en el diseño de metas, pero todavía presenta serias inconsistencias en sus políticas económicas y modelos productivos.
Uno de los grandes desafíos de la región tiene que ver con su sistema productivo. En efecto, el crecimiento económico de América Latina ha estado fuertemente atado a la extracción de materias primas. Según datos del informe Perspectivas Económicas de América Latina 2019, de la Comisión Económica Para América Latina y el Caribe (CEPAL), la región experimentó un gran crecimiento económico en la década que va del 2001 al 2010, que en gran medida resultó en avances en materia social, de inclusión y de acceso a derechos. Sin embargo, este crecimiento estuvo ligado al aumento de los precios de las materias primas en el mercado internacional y eso significó una explotación intensa de recursos naturales, con altas tasas de deforestación y cambios en el uso del suelo. Si este modelo continúa, América Latina se encontrará atrapada en un esquema de desarrollo insostenible y errático basado en la degradación del ambiente y el aumento de las emisiones de gases de efecto invernadero.
Según la presentación de Joseluis Samaniego, Estado de la implementación de las contribuciones nacionalmente determinadas en América Latina y el Caribe”, América Latina necesita reducir sus emisiones a 2,3 gigatoneladas de dióxido de carbono equivalente para alinearse con la meta de limitar el calentamiento global a 2 grados centígrados. Sin embargo, si se toma en cuenta el conjunto de compromisos de mitigación incondicionales de las NDC de la región (es decir, garantizadas por el aporte de recursos propios de los países), se llegaría a un escenario de emisiones de 4,1 gigatoneladas de dióxido de carbono equivalente. A la fecha, Costa Rica es el único país que ha diseñado un plan de descarbonización al 2050, alineado con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y con las metas del Acuerdo de Paris.
América Latina y sus NDC: ¿en dónde está parada?
Tras casi cinco años desde su firma, el Acuerdo de París entrará en vigencia. A lo largo de estos 5 años, los países trazaron sus metas, elaboraron sus NDC y las presentaron formalmente ante la Convención. Además, se comenzaron a establecer los diversos organismos formales para planificar la implementación de las metas. En los próximos años, el mundo entrará en la fase de implementación de sus NDC, al tiempo que reformulará sus metas de reducción de emisiones para alinearlas con el objetivo global. América Latina ha realizado grandes avances que se reflejan en sus NDC. El informe de Euroclima+, Avances en la acción climática de América Latina: Contribuciones Nacionalmente Determinadas 2019, reconoce importantes logros en los procesos de formulación de las NDC, especialmente en lo referido a los procesos de participación de la sociedad civil.
De los 18 países analizados, al menos 14 presentan procesos de diseño basados en la participación de actores estatales y no estatales. Algunos, incluso, generaron organismos ad hoc de trabajo permanente. Por ejemplo, Argentina creó el Gabinete Nacional de Cambio Climático, organismo que agrupa funcionarios de ministerios y secretarías nacionales con el propósito de diseñar políticas públicas orientadas a la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), que coordina junto con la denominada Mesa Ampliada, conformada por actores de la sociedad civil . Otro ejemplo se encuentra en Costa Rica, en donde se ha establecido el Consejo Ciudadano Consultivo de Cambio Climático 5C y el Programa País de Carbono Neutralidad 2.0. Todos estos son espacios permanentes que articulan organizaciones de la sociedad civil con organismos públicos en diálogo permanente para el diseño de las NDC.
En materia legal e institucional, el informe destaca que 6 países ya cuentan con una Ley Marco de Cambio Climático: México, Guatemala, Bolivia, Honduras, Paraguay y Perú. A pesar de que todavía hay países que tienen que avanzar en materia legislativa, todos los países analizados cuentan con leyes que promueven la reducción de emisiones en el sector energía, tanto en temas de eficiencia energética como en la promoción de energías renovables. Y el sector forestal es el que cuenta con la mayor cantidad de instrumentos legales.
Para América Latina, la adaptación es tan importante como la mitigación. Su alta vulnerabilidad requiere de medidas que aseguren la resiliencia de los ecosistemas, de las comunidades rurales y de las ciudades. La adaptación es un componente fundamental de las NDC y los países también deben plantear metas en este sentido. La adaptación, no obstante, plantea la necesidad de elaborar otro tipo de metas, que son de carácter más cualitativo que cuantitativo.
De los 18 países analizados en el informe, 17 tienen metas de adaptación en sus NDC. Los principales sectores son el agropecuario, hídrico y salud. Por otro lado, Chile, Brasil y Colombia presentaron sus Planes Nacionales de Adaptación ante la CMNUCC y Paraguay, si bien no lo presentó aún, terminó de elaborarlo en 2017. Y, finalmente, Uruguay, Argentina, Perú, Ecuador y Costa Rica están en el proceso de diseñar su plan de adaptación. Los Planes Nacionales de Adaptación son instrumentos que permiten guiar el diseño de las metas de adaptación y así asegurar su implementación. En general, las metas de adaptación suelen estar relegadas a un segundo plano, ya que implican otras estrategias y, además, muchas veces resulta más sencillo obtener financiamiento para metas de mitigación. Sin embargo, las acciones de adaptación son vitales para reducir la vulnerabilidad de una región que ya de por sí está sufriendo los efectos instalados de la crisis climática.
Si bien cada país se encuentra en una fase diferente de revisión e implementación de su NDC, la región en su conjunto ha realizado importantes avances. No obstante, todavía son insuficientes. El informe alerta sobre la necesidad de que la crisis climática sea abordada como un asunto de Estado desde las más altas autoridades públicas. Además, teniendo en cuenta que el cambio climático es un fenómeno global, también debe ser abordado desde una perspectiva transfronteriza. Y esto muchas veces está ausente en las políticas públicas. Los Estados suelen elaborar y analizar sus acciones desde una perspectiva que solo contempla su interés, sin tener en cuenta el potencial daño ambiental que puedan generar a naciones vecinas.
Por otro lado, las leyes marco son ejemplos de buenas prácticas para lograr la institucionalización de la acción climática y para fortalecer la implementación de las NDC. Por esto, es necesario que cuenten con una base científica sólida y un correlato específico con las NDC. En este sentido, México es el único país que plantea en su legislación una meta de reducción de emisiones consistente con su NDC y también el único que ha establecido metas en el largo plazo. Por su parte, Perú el único país que menciona la NDC como instrumento orientador de la acción climática.
La región enfrenta grandes desafíos en lo que respecta al diseño, la implementación y el monitoreo de la acción climática. Pero estos desafíos, a la vez, son grandes oportunidades de colaboración para la sociedad civil. El informe de Euroclima+ da cuenta de la participación de la sociedad civil en los procesos de diseño de las NDC en los espacios de diálogo y los organismos interdisciplinarios creados por los gobiernos para tal fin. Sin embargo, todavía hay mucho espacio para la participación de la sociedad civil en las etapas de implementación y monitoreo de las NDC. De hecho, la sociedad civil es fundamental en estos ámbitos y la región no podrá llevar su acción climática al nivel que exigen las metas internacionales sin la participación activa de la sociedad civil y de todos los sectores de la población.
Sectores económicos de los países de América Latina que incluyen elementos de adaptación. Fuente: Elaboración propia en base a Euroclima+, Avances en la acción climática de América Latina: Contribuciones Nacionalmente Determinadas 2019
Este InnContext integra el proyecto La ruta de los aportes de la sociedad civil a las NDC en América Latina, proyecto que forma parte del Centro de Conocimiento sobre el Cambio Climático (ClikHub) que agrupa a 18 redes de América Latina con el objetivo de conectar y articular redes de la región para catalizar el conocimiento hacia la acción climática.