La importancia de los glaciares en los países andinos y sus implicancias para el Ecuador

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La importancia de los glaciares en los países andinos y sus implicancias para el Ecuador

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Fecha: 9 de diciembre, 2019
País, región: América Latina y el Caribe

El Dr. Rubén Basantes, Glaciólogo de la Universidad Regional Amazónica IKIAM de Ecuador alerta sobre la situación de los glaciares, analiza su dependencia del agua en las ciudades Andinas y propone medidas necesarias para su protección.

CDKN ha invitado a especialistas del Sur que den su opinión sobre el Informe especial del
IPCC sobre los océanos y la criósfera en un clima cambiante (IEOCC) y respondan a la pregunta:
¿Cuáles son las implicaciones para su región o país y sus opciones de desarrollo? Este artículo es el quinto en esta serie.

Los glaciares y las superficies continentales cubiertas por hielo representan cerca del 10% de la superficie terrestre y contienen más del 70% del agua dulce sobre la tierra (1). Los glaciares están experimentando cambios importantes en su metabolismo como respuesta al aumento acelerado de las temperaturas globales. Su sensibilidad a los cambios climáticos les confiere la característica de indicadores efectivos del desequilibrio del sistema climático terrestre. Para finales de siglo se esperaría cambios importantes de la cobertura glaciar debido al calentamiento atmosférico.

Estos son algunos de los resultados alarmantes del Informe Especial del IPCC  sobre los océanos y la criósfera en un clima cambiante (IEOCC) publicado por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) en septiembre de este año. El documento enciende las alertas acerca de la pérdida inequívoca de las masas glaciares debido a causas antropogénicas, y subraya de manera categórica los efectos cascada que este fenómeno tiene sobre el ciclo hidrológico del planeta, los medios de vida de las comunidades, su cultura, sus economías, los ecosistemas, y la geodinámica del planeta.

Los Andes es una de las regiones más sensibles a la pérdida de glaciares

Los Andes, la cadena montañosa más larga del mundo (~8,000 km), alberga una gran diversidad de glaciares de montaña. A pesar de que su comportamiento depende de las condiciones climáticas presentes en el transecto andino y de características morfológicas locales, en su conjunto, los glaciares se retraen de forma generalizada a lo largo de toda la región. De acuerdo al informe del IPCC, los Andes es una de las regiones más sensibles a la pérdida de glaciares. Se esperaría que para 2100 los glaciares andinos hayan sufrido una reducción mayor al 70% de su cobertura, inclusive si limitamos el aumento de temperaturas globales a 1.5°C. Pero no es necesario esperar al fin de siglo para ser testigos de las consecuencias negativas del retroceso glaciar en el régimen hídrico de las cuencas andinas. Por ejemplo, en condiciones normales los glaciares proveen de agua durante la temporada seca, con el aumento de temperatura el deshielo se acelera y provoca un aumento engañoso de la escorrentía aguas abajo, en el mediano plazo este cambio en la respuesta hídrica de las cuencas resulta en una reducción significativa de los caudales y la pérdida de la capacidad de regulación hídrica que tienen los glaciares.

En esta región, alrededor del 40% de la población mantiene una relación directa e indirecta con los glaciares. Por ejemplo, en Ciudades como Quito, Lima, La Paz y Santiago, dependen del agua proveniente del deshielo para el consumo, riego, generación hidroeléctrica y otras actividades económicas; sin hablar de lo que significan estos gigantes congelados en el contexto cultural de los pueblos andinos quienes los consideran dioses, Taitas (Ecuador), Apus (Perú) ò Achachilas (Bolivia).

En este contexto es imprescindible que los países andinos, particularmente vulnerables a los efectos del cambio climático, reconozcan al retroceso de los glaciares como un problema de interés público que requiere ser incluido en sus agendas políticas. Por ejemplo, Perú y Chile han dado los primeros pasos en la formulación de política pública que promueve la protección, preservación y restaurar las cuencas hídricas con cobertura glaciar. Argentina está a la vanguardia y cuenta con una ley de protección de glaciares desde el año 2010. El Ecuador, aunque no dispone de instrumentos legales específicos para la protección de glaciares, lidera varias iniciativas relevantes como la creación de Áreas de Protección Hídrica (APH), las Contribuciones Nacionales Determinadas (NDC) o el Plan Nacional de Adaptación; mecanismos a través de los cuales se podría implementar acciones que permitan reducir los efectos conexos de la irremediable pérdida de los glaciares ecuatorianos.

Necesidad de un marco normativo que protega a los glaciares

En cualquier caso, disponer de un marco normativo que promueva la protección de los glaciares fortalece la gobernanza del Cambio Climático y permite garantizar la disponibilidad de recursos para la gestión sostenible de los ambientes de montaña en un contexto de disponibilidad hídrica y soberanía alimentaria para las comunidades. Sin embargo, la cuestión es ¿cuánto y cómo asignar esos recursos para enfrentar las consecuencias del retroceso glaciar?. De hecho, a pesar de la evidencia existente aún no está claro cómo establecer el costo a la adaptación ante la pérdida de los glaciares. Frente a esta brecha conceptual y metodológica surge la necesidad promover programas de monitoreo glaciológico de largo plazo que aseguren la generación de evidencia científica como soporte en la toma de decisiones para el diseño de acciones de adaptación ante la actual crisis climática.

Hasta ahora, gracias al apoyo de la comunidad internacional, los países andinos han implementado programas de monitoreo en ocho glaciares ubicados en la región tropical, solo dos glaciares cuentan con series continuas desde inicios de los 1990, esta cifra es exigua si consideramos que estos glaciares representan menos del 1% de la cobertura glaciar tropical. En conclusión, es esencial crear política pública que asegure los fondos para establecer estrategias integrales de investigación y monitoreo de ecosistemas de alta montaña, que respondan al establecimiento de medidas de adaptación al cambio climático y que se cimenten en alianzas entre los institutos de investigación, la academia y los tomadores de decisión.

Desafortunadamente, este escenario parece complejo cuando hablamos de los países latinoamericanos con sus economías en desarrollo, en donde parecen ser otras las prioridades y la inestabilidad política limita los procesos de transformación necesarios para adaptarnos a los impactos adversos del cambio climático.

 

Referencias

[1] Sección A.3 del Resumen para Tomadores de Decisiones del “Reporte especial de Océanos y Criósfera en un Clima Cambiante, SROCCC” publicado por el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) .

 

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