La variable climática en el proceso de evaluación de impacto ambiental en El Salvador

La variable climática en el proceso de evaluación de impacto ambiental en El Salvador

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Fecha: 21 de diciembre, 2015

Gabriela Villamarín, Coordinadora de Proyectos de CDKN, comparte las ideas principales de una entrevista realizada a Jimena Eyzaguirre, Gerente de Proyecto de ESSA, acerca de una iniciativa que CDKN viene apoyando en El Salvador para incorporar consideraciones de cambio climático en el proceso de evaluación de impacto ambiental.

Incorporar consideraciones climáticas al momento de diseñar e implementar proyectos de inversión de cualquier tipo, con miras a lograr un desarrollo bajo en carbono y resiliente al clima, constituye un constante desafío para todos los países de nuestra región, y lo es, por ende, para un país altamente vulnerable a los efectos del cambio climático, como El Salvador.

En tal sentido, CDKN está apoyando desde inicios de este año la implementación de un proyecto en El Salvador que precisamente apunta a lograr la integración de aspectos  climáticos en el proceso de evaluación de impacto ambiental (EIA), de modo que sea posible identificar cómo un proyecto determinado puede exacerbar al cambio climático y sus efectos  o, a su vez, cómo puede verse afectado por dicho fenómeno.

Con el fin de conocer más a detalle los avances del proyecto, así como los ingredientes que están interviniendo en el logro de las metas planteadas, entrevistamos a Jimena Eyzaguirre, Gerente de Proyecto de ESSA, empresa consultora que se encuentra implementándolo.

Una de las primeras interrogantes que surge es si realmente se puede hablar de que el proyecto en El Salvador esté innovando y presentando una propuesta que logre impacto. A decir de Jimena, la idea de introducir consideraciones de cambio climático en el proceso de EIA  emergió hace más de diez años a nivel global. A nivel de la región esta experiencia es más reciente, y países como Colombia o Perú de alguna manera ya lo están trabajando. Sin embargo, en el caso de El Salvador, el proceso de EIA como instrumento de gestión ambiental se plasmó recién en la Ley de Medio Ambiente en 1998 y no es sino en la última década que el tema de cambio climático empieza a adquirir relevancia y prioridad en la agenda gubernamental. Por tanto, más que innovador, resulta totalmente oportuno introducir consideraciones climáticas en las circunstancias actuales, más aun cuando el sistema de evaluación de impacto ambiental está siendo reformado en el marco de un proceso de descentralización y desconcentración de competencias del nivel central hacia las unidades ambientales municipales del país.

El proyecto entonces está diseñando una herramienta de tamizaje en base a criterios climáticos que pretende ser integrada a la plataforma en línea de EIA que actualmente el Ministerio del Ambiente y Recursos Naturales de El Salvador (MARN) está implementando, de modo que la categorización de proyectos de inversión incorpore la variable climática. Esto evidentemente tendrá un valor añadido tanto para el MARN como para el país en su conjunto. Como bien señala Jimena, la herramienta permitirá al Ministerio incrementar el nivel de conocimiento y concientización de sus funcionarios sobre las implicaciones del cambio climático en el proceso de desarrollo del país, pues ésta integra la perspectiva de resiliencia climática y desarrollo bajo en carbono.  Esto se ha reflejado ya en las capacitaciones impartidas a los evaluadores de MARN, en las que “expertos en geomorfología o hidrogeología han empezado a visualizar cómo diferentes tendencias o escenarios de cambio climático podrían tener repercusiones en otros procesos biológicos o biofísicos”, por ejemplo. Por otro lado, la herramienta permitirá recopilar y registrar información sobre “perfiles de emisiones de distintos proyectos por región y por sector; exposición actual a riesgos climáticos ; así como evaluar otros aspectos en relación a posibles efectos acumulativos o tendencias regionales o sectoriales”.

Si bien el proyecto, hasta la fecha, ha avanzado positivamente y se vislumbran resultados beneficiosos, en el camino recorrido han surgido una serie de tropiezos o dificultades. Según Jimena Eyzaguirre, una de esas dificultades tiene que ver con el contexto institucional dinámico en el que se desarrollan este tipo de iniciativas. El proceso de descentralización y desconcentración de competencias que el MARN está promoviendo está tomando más tiempo del previsto y eso hace que todavía falte claridad en ciertos temas y que esas definiciones no necesariamente coincidan con los tiempos y la planificación propia del proyecto, lo cual ha incidido, por ejemplo, en el componente de capacitación, pues estaba previsto capacitar a las unidades ambientales municipales que asumirían algunas de las funciones de evaluación dentro del proceso de EIA, sin embargo, aún esto no se ha concretado y la responsabilidad sigue recayendo en MARN, por lo que el proyecto ha tenido que replantearse el grupo meta de sus capacitaciones. Jimena señala que hay apertura por parte del MARN para incorporar la herramienta en su sistema y esto es una excelente oportunidad, pero no deja de ser desafiante. Adicional a esto está el tema de la coordinación institucional, que asimismo ha planteado al proyecto el reto de integrar insumos y aportes de todas las unidades y direcciones de MARN involucradas, a distintos niveles y en diferentes tiempos.

El acceso y la obtención de datos ha sido un desafío importante, por los vacíos en cuanto a información disponible en el país. Todavía falta mucha información respecto a “vulnerabilidad y escenarios de cambio climático a nivel sectorial y territorial”, por ejemplo.

En cuanto al desarrollo mismo de la herramienta, el diseño metodológico se ha alimentado de distintas fuentes, ya que como Jimena comenta, a la fecha no existe “una única metodología universalmente aceptada para la integración exitosa del cambio climático en EIA y más bien hay una bibliografía extensa sobre cómo hacer inventarios de gases de efecto invernadero y estudios de vulnerabilidad climática pero no en el contexto de EIA”. Pero esto, más que una dificultad, ha sido un ejercicio totalmente válido y enriquecedor.

Finalmente, vale recalcar que el reto a nivel país para que este intento inicial por introducir las consideraciones climáticas en los procesos de evaluación de impacto ambiental vaya más allá de los proyectos y tenga mayor incidencia en las políticas nacionales y sub-nacionales, va a ser el lograr una vinculación con otros procesos. Un primer paso importante en esa dirección es que esta iniciativa está alineada con las prioridades del Plan Nacional de Cambio Climático y las experiencias prácticas que de su aplicación y divulgación emerjan van a permitir, como Jimena lo señala, “identificar áreas de política donde se podrían emitir lineamientos nuevos relativos a cambio climático en términos, por ejemplo, de ordenamiento territorial”.

En cierta medida, esto dependerá también del nivel de apropiación que el MARN mantenga sobre el proyecto. Se necesita un “compromiso institucional fuerte para actualizar permanentemente la herramienta y constatar que sigue siendo relevante, dados los avances en conocimientos e información que se producen”, pero también el compromiso de “utilizar la información que se está generando en pro de orientar las propias acciones del Ministerio y los cambios en relación a políticas que se deba hacer a nivel nacional o sub-nacional”.

Por otra parte, y ya más allá del alcance del proyecto, el grado de éxito en la integración de las consideraciones climáticas en los proyectos de desarrollo y en los planes y políticas, también tendrá que ver con “la creación de condiciones favorables para que actores externos al gobierno tomen las acciones debidas, por ejemplo, en cuanto al fortalecimiento de las capacidades de profesionales y prestadores de servicios, que son los que ejecutan los estudios de impacto ambiental, en el uso de escenarios de cambio climático en sus análisis de riesgo”.

La urgente necesidad de atender el fenómeno del cambio climático en un país altamente vulnerable como El Salvador, junto con la voluntad política del MARN para liderar y coordinar estos procesos, son ingredientes complementarios fundamentales que redundarán en la incidencia que a mediano y largo plazo pueda tener esta iniciativa.

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